jueves, 5 de agosto de 2010

Libertad con Dolor

Por Julio Antonio Rojas Portal

Periodista y Bibliotecario Independiente

 

2 de Julio del 2010

 

 

 Foto: Julio Antonio Rojas Portal

 

 

Adrián es uno de los tanto jóvenes cubanos que cumplió 4 años  en prisión por el delito de peligrosidad pre delictiva*. La mayoría de su condena la paso en el Penal de Guanajay.

 

Lo encuentro en la calle y me adelanto a felicitarlo porque ya estaba en libertad, le digo que me alegra mucho verlo de nuevo en la calle, le pregunto.

 

¿Qué piensas hacer con tu vida?

 

—Puedes estar seguro que a la prisión no vuelvo más, me responde.

 

Noté que me hablaba un poco enredado, y mi pregunta no se hizo esperar.

 

¿Qué te sucede en la boca, perdiste algunas muelas estando en la cárcel por la mala higiene  y salud existente en las mismas?

 

—No por la mala higiene y salud lo cual es verdad, sino debido a la golpeadura que me dieron antes de mi libertad.

 

¿Te golpearon?

 

—Todo fue por el hambre que se pasa en las prisiones. Yo estaba a cargo junto con otros presos de cuidar el Organopónico, el Coronel Jefe de la prisión tenía unas cuantas gallinas y gallos que se paseaban libremente por el huerto el cual queda detrás de las barracas. Yo no pude resistir más el hambre que tenía, la tentación me venció y le dije a los demás presos que me iba a comer una de las gallinas del jefe.

 

¿Te volviste loco acaso, sabes lo que te puede costar eso?

 

—“Puedes estar seguro que si se enteran y te agarran  te dan tremendo pase de golpes”, me dicen los demás.   No me interesa, me la voy a comer, terminando de decir eso ellos me dejaron solo.  Las gallinas estaban cerca no me fue difícil agarrar a una de ellas torcerle el pescuezo y arrancárselo, cerca de donde estaba tenía una cazuela con agua la cual calenté con un poco de leña que había cerca del campamento, después de sacarla de la cazuela y desplumarla la abrí con una cuchara afilada, la limpié y  recordé que tenía un poco de sal en un bolsillo del pantalón se la eche encima y me la comí.

 

 

En la noche estando acostado, me llaman a la oficina del Coronel. El está sentado y dos guardias más parados a su lado, me pregunta el jefe. “¿Por qué se comió una de mis gallinas?” Porque tenía tremenda hambre. “Usted sabe que eso es una gran falta y ¡Grave!, más sabiendo que ya está listo para salir en libertad. Pero no tema no le voy a perjudicar su libertad, pero puede estar seguro que no se le va a olvidar jamás haberse comido una de mis gallinas.”

 

—Julio, en esos momentos el Coronel deja caer una de sus plumas de escribir y me ordena que la recoja del piso, cuando me estoy agachando me dan una tremenda patada en la espalda, caigo al suelo trato de virarme para ver quien fue. El otro guardia me golpea fuertemente en el rostro siento que algo se me desprende de la mandíbula, después de eso no recuerdo nada más. Vine a recobrar el conocimiento al otro día en la enfermería del penal , me miré en un espejo y vi que me faltaban dos muelas.

 

Tres días después, yo me iba en libertad y estaba saliendo por la puerta principal  del penal. En esos momentos se me acerca un guardia sonriente y me dice. “Te deseo suerte en la calle, y ojala se te pueda olvidar la tremenda tranca de golpes que dieron por comerte una de las gallinas del jefe.”

 

Lo que si puedes estar seguro es que a la cárcel no vuelvo más, es verdad que me golpearon, pero me comí la gallina y me voy en libertad de esta infernal prisión.

 

Si te vas en libertad faltándote unas cuantas muelas y con dolor me lo dice sonriente.



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